Los Excluidos
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En ocasiones es el rencor que queda tras una ruptura de pareja. El progenitor que impide el derecho de visita o no permite que los hijos tengan su foto en el dormitorio o que critique al ausente esperando que los hijos sean juez y parte, le está vetando su derecho de pertenencia al sistema familiar, con el consiguiente daño. Un hijo ama incondicionalmente a su madre y a su padre. Cuando un progenitor habla mal al hijo del otro progenitor, le parte el alma.

Estas situaciones entre otras, se dan en el seno de la familia. Los “secretos del sistema”, lo innombrable, lo oculto, lo que separa y que al nivel del alma, se sabe.

 
Muchas dinámicas de fatalidad y de que el amor y el bienestar no se logren, tienen que ver con excluídos y con una mente grupal que anhela que el alma familiar esté completa.

La segunda ley habla de la jerarquía en función del orden de llegada al sistema familiar. Bert Hellinger dice que lo que ayuda a alcanzar la felicidad, es que cada cual esté en el lugar que le corresponde.

Que los padres ocupen el lugar de los padres y que los hijos ocupen el lugar de los hijos. En este sentido se dice que los padres son los grandes frente a los hijos que son los pequeños. Y en la pareja, que sean igualmente adultos, es decir, iguales y situados hombro con hombro.

La mujer que de niña sintió que le faltó su madre, por muerte prematura o por ausencia afectiva, inconscientemente busca a la madre en su hija.

Cuando a un hijo se le mira como si  afectivamente tuviese que hacer la función del padre del padre o afectivamente ocupa el lugar del esposo ausente, existe un desorden dentro de la familia. En otras ocasiones toma el lugar de la pareja invisible de uno de los progenitores, esos amores perdidos y anhelados que no llegaron a materializarse.

En algunas ocasiones  los hijos se quejan de sus padres porque se sintieron abandonados o maltratados en la infancia. Indiferentemente del compartamiento de los progenitores, los hijos recibieron la vida, el regalo más grande. Y en ese sentido lo sano es agradecer a los padres la vida que nos llegó a través de ellos, honrarles y  respetarles tal y como son,  sin pretender cambiarles. Por otro lado la responsibilidad, si hubo hechos punibles acaecidos dentro del ámbito familiar, es de los padres y con ellos queda. Los hijos no juzgan. Esa es la posición sana.

Este es el equilibrio positivo y sano en el intercambio entre personas. Si yo siento que me dan, lo agradezco, lo tomo y surge en mi el deseo de devolver al otro un poquito más de lo que yo recibí de el y cuando pueda, en cuanto surja la ocasión, lo materializo. Y esta relación crece y se alimenta una y otra vez.

Pero, ¿Qué pasa cuando alguien se siente dañado por el otro en una relación entre iguales? Una reacción bastante común es sentirse herido y desde el rencor, con derecho a devolver el daño amplificado. El otro que recibe más daño del que infringió, se siente con derecho a devolver todavía más y las realciones entran en un equilibrio en negativo, en bucles de destrucción que se retroalimentan.

Bert Hellinger dice , ” no  hay peor perpretador que una víctima con derechos”

¿Cómo salir de esta dinámica? La solución llega a través del diálogo, cuando cada uno expresa sinceramente como se siente en la relación, lo que duele, lo que daña y también escucha al otro y se hace responsable de la parte que le corresponde.

¿Y cómo se restituye la relación? Para repara el daño que yo infringí, simplemente hago algo a favor del otro que le beneficie, que le guste y que a mi me suponga un esfuerzo. Si la otra persona lo toma y lo agradece, la relación se restablece.
Estas leyes sistémicas permiten que la vida fluya hacia adelante y en ellas se basa la terapia. Se aplica  tanto en sesión individual como en sesión de grupo y los resultados son sorprendentes. Nuestra mirada cambia, se amplía y nos volvemos más comprensivos, más sabios.

En definitiva nos sentimos más felices y en paz.

Un sistema familiar intenta por todos los medios mantener la dignidad de todas las personas que lo conforman, haciendo frente a los sucesos existenciales que golpean a todos sus miembros para sentirse completo. Cuando hay un desorden, se trabaja en terapia para que todos los miembros del sistema ocupen el lugar que les corresponde, el amor fluya de nuevo y el beneficio llega a todos.

Tomado de Terapia en Acción.