La lucha del amor contra el orden

El orden del dar y del tomar en la familia se invierte cuando un posterior, en vez de tomar del anterior y honrarlo por ello, pretende darle al anterior como si fuera igual o incluso superior a él.
Por ejemplo, si unos padres pretenden tomar de sus hijos, y los hijos quieren darles a sus padres aquello que éstos no toman de sus propios padres o del otro cónyuge. En este caso, los padres pretenden tomar como hijos, y los hijos pretenden dar como padres.

Entonces el dar y el tomar, en vez de fluir de arriba hacia abajo, tendrían que fluir en contra de la gravedad, de abajo hacia arriba.
Pero al igual que un río que intenta fluir cuesta arriba en vez de cuesta abajo, este dar no llega allí donde quisiera llegar.
Hace poco, en un grupo tuve una mujer cuyo padre era ciego, y la madre, sorda. Los dos se complementaban bien. La mujer, sin embargo, pensaba que tenía que cuidar a los padres. Así, configuré la familia, como suelo hacer muchas veces para sacar a la luz lo oculto.
Durante la constelación, la hija se comportaba como si ella fuera la mayor, y los padres, pequeños. La madre, sin embargo, le dijo a la hija: «Aquello con papá lo sé hacer yo sola».
Y el padre le dijo: «Aquello con mamá lo sé hacer yo solo. Para eso no te necesitamos». La mujer reaccionó muy decepcionada: había sido reducida a la medida de una hija. La noche siguiente no pudo dormir.
En general tenía problemas para dormir. Me preguntó si yo le podía ayudar. Le dije: «A veces, la persona que no puede dormir piensa que debería vigilar». Después le conté una historia de Borchert, de un niño que en el Berlín de la posguerra vigilaba a su hermano muerto, para que no se lo comieran las ratas.
El niño estaba totalmente agotado porque pensaba que tenía que quedarse despierto.
Finalmente pasó un hombre que, amablemente, le dijo:
«¡Pero si de noche las ratas duermen!». Y el niño se durmió. La noche siguiente la mujer durmió mejor. Cuando un hijo atenta contra la jerarquía del dar y del tomar suele castigarse gravemente, muchas veces, fracasando y hundiéndose, sin conocer la culpa ni el contexto.
Dando o tomando aquello que no le corresponde, atenta contra el orden por amor, no se da cuenta de la arrogación y se considera bueno. El orden, sin embargo, no puede superarse mediante el amor.
Ya que antes que todo amor, en el alma actúa un sentido del equilibrio que procura restablecer y hacer justicia al orden del amor, incluso al precio de la felicidad y de la vida.
Por tanto, la lucha del amor contra el orden también es principio y final de toda tragedia, y únicamente existe un camino de salvación: comprender el orden y después seguirlo con amor. La comprensión del orden es sabiduría, y seguirlo es humildad.
Bert Hellinger
Comments are closed.