EL SUICIDIO
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El suicidio está siempre motivado por una dinámica inconsciente de “te sigo en la muerte”, o “pago por ti”, con un antepasado. Es decir que la persona decide quitarse la vida por amor a alguien que ya murió o por pagar por la culpa no asumida de un ancestro que realizó un crimen del que no se hizo cargo.

Los vivos no tienen nada que ver con esta decisión. La actuación de los compañeros o familiares vivos nunca es la causa del suicidio, en todo caso puede ser el desencadenante, la excusa, pero el que se suicida, lo hará de todos modos, con o sin “excusa”. No puede no matarse, está demasiado atrapado en su Estado Niño, en la culpa del otro, en el amor o compensación arcaicos…

Recordar que al morirse una persona querida, el vivo le entrega algo valioso, atando al muerto y atándose, inconscientemente, a él con una promesa que alivia al vivo de seguir vivo; una promesa como “no volveré a ser feliz”, “te entrego mi amor al baile, ya no bailo más”, “no triunfaré sin ti”, etc. Y la peor promesa es la de decirle, te seguiré en la muerte.

Por amor ciego a un familiar fallecido, a la madre muerta en el parto, o a un hermano que sufrió mucho, la persona puede haber decidido “te sigo en la muerte”, desde la fidelidad ciega. Más a menudo se trata de la expiación de un daño sin asumir, por ejemplo allí donde ha habido un asesinato no asumido. Hellinger descubrió que en Alemania muchos nietos de abuelos nazis no arrepentidos se habían suicidado. Algunas veces se trata de un muerto “mal muerto” que está vampirizando al vivo. Un muerto que no sabe que está muerto y que no quiere morir ni estar sólo en la muerte, atrapa al vivo y le arrastra hacia la muerte.
Y el vivo no tiene otra escapatoria que seguir a este muerto.
Brigitte Champetier de Ribes