El sistema familiar es un campo espiritual

El sistema familiar es un campo espiritual. Dentro de ese campo espiritual así podemos descubrirlo a través de la constelación familiar todos están en sintonía con los demás.

A veces ese campo está desordenado. El desorden en un campo de este tipo se produce cuando alguien que también pertenece a él fue excluido o rechazado u olvidado. Estas personas excluidas y olvidadas están en sintonía con nosotros y se hacen notar en el presente. Pues en ese campo vale una ley fundamental: Todo aquel que pertenece tiene el mismo derecho a pertenecer. Nadie puede ser excluido. Nadie se escapa de este campo, la persona seguirá actuando en él. Cuando una persona fue excluida, independientemente de cuales fueron los motivos, bajo la influencia de ese campo y a través de esa resonancia otro integrante de la familia será designado para representarla. Entonces esa persona, un niño por ejemplo, se comporta de modo extraño. Tal vez se vuelva adicta, enferma, criminal o agresiva. Tal vez pueda convertirse incluso en un asesino o un esquizofrénico o lo que sea. ¿Pero por qué? Porque esa persona mira con amor al excluido y con su comportamiento nos obliga a mirar también con amor a esa persona rechazada y excluida. Nadie se escapa de este campo, la persona seguirá actuando en él. Cuando una persona fue excluida, independientemente de cuales fueron los motivos, bajo la influencia de ese campo y a través de esa resonancia otro integrante de la familia será designado para representarla. Entonces esa persona, un niño por ejemplo, se comporta de modo extraño. Tal vez se vuelva adicta, enferma, criminal o agresiva. Tal vez pueda convertirse incluso en un asesino o un esquizofrénico o lo que sea. ¿Pero por qué? Porque esa persona mira con amor al excluido y con su comportamiento nos obliga a mirar también con amor a esa persona rechazada y excluida.
Este así llamado comportamiento extraño no es otra cosa que amor por alguien que fue excluido en ese campo. En lugar de que ahora miremos a ese niño con preocupación y tratemos de cambiarlo, lo que de todas maneras tampoco ayudará, porque -como ustedes ya saben- están actuando fuerzas poderosas, miramos junto con ese niño a ese campo al que pertenecemos, a ese campo espiritual, hasta que bajo la conducción de ese niño podamos mirar al sitio donde la persona excluida espera ser vista y reincorporada a nuestra alma, a nuestro corazón, a nuestra familia, a nuestro grupo, tal vez también a nuestro pueblo. Por consiguiente, todos los niños son buenos si nosotros dejamos que lo sean. Esto quiere decir, si en lugar de mirar a los niños miramos hacia donde ellos miran con amor.
Ayuda para la vida cotidiana Octubre 2011
Bert Hellinger