RECONCILIACION

Lo que nos lleva a la paz y a la reconciliación en nuestra alma es el desarrollo personal y la inclusión de todo lo que previamente habíamos excluido o menospreciado.

La paz comienza en el alma, cuando todos los aspectos que previamente negué, rechacé, juzgué, lamenté, reprimí, proyecté, puedan tener un buen lugar y descansar al lado de los aspectos que apruebo en mí.  Cuando pueden ser amados por su significado, por sus consecuencias y su contribución a mi crecimiento.

Podemos alcanzar la paz en nuestra familia, cuando encontremos lugar en nuestra alma para cada integrante de nuestra familia, mismo para aquellos que no están a la altura de los estándares o ideales de la familia.

Podemos contribuir a la paz en otras áreas, cuando respetamos los valores de todos los demás involucrados, sus cualidades únicas, quienes son, lo que han logrado, y su contribución al todo.

Esto requiere que también respetemos sus culpas. Esta culpa, también pertenece a la dignidad de cada individuo.

Lo que nos lleva a la paz y a la reconciliación es nuestra alma es el desarrollo personal
y la inclusión de todo lo que previamente habíamos excluido o menospreciado.

¿Qué pasa si reconozco al otro, aunque sea diferente, como mi igual, como un ser humano igual a mí?.

¿Qué pasa si miro, no sólo a mi familia, mi grupo, mi país, lo que pienso, mi idioma,
sino también al de él o de ella y reconozco que los otros aunque diferentes a mi, son iguales a mi y merecen el mismo respeto?

¿Qué pasa?. Renuncio a mi superioridad,
La creencia en mi propia superioridad y le doy al otro un lugar de igualdad en mi corazón.

Así me vuelvo rico, más humano pero de alguna manera pierdo la exclusividad de la pertenencia a mi propio grupo. Renuncio a algo de mi propia seguridad y crezco.

“Bert Hellinger”