EL VIAJE DE LAS BUENAS INTENCIONES
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Mientras esperaba el Uber, miraba como almorzaban los boleros, así se les llama a los lustradores de calzado; almorzaban pan con aguacate y como yo había almorzado tan opíparamente pensé, es cómo para traerles unos taquitos e invitarlos a almorzar, sólo para que coman rico y calientito. Sólo lo pensé porque acababa de quedarme sin dinero en efectivo y ya partía al aeropuerto.
Terminé una llamada y en eso el señor bolero se levanta de su silla y me mira las botas y me dice “usted me necesita, venga!!” Yo le aclaraba que ya no tenía dinero, Disculpe, sí lo necesito pero me quedé sin dinero, lo siento. Me dice extendiéndome la mano, “venga, usted, venga”, me guía hasta su silla y yo afanosa, busqué los 20 pesos que me quedaban y en eso llega el Uber, el señor corriendo va y le pide al chofer del Uber dos minutos más.
Dejó las botas lindas y brillantes, me miró con ojos de misión cumplida y me dice “¡está usted servida!” Yo pensé, sólo tuve la intención de hacer algo por él, pero estoy segura que él escuchó mis pensamientos, el bien viaja lejos, los pensamientos están vivos. Percibió la intención y respondió, me inundó una sensación grande de agradecimiento y de realidad. No estamos tan apercibidos de la magnitud que tienen las intenciones porque también así debe viajar el mal.
Les deseo todo el bien al leer esto, es el último mes de este año 2020, cuidemos nuestros pensamientos.
ALHM