La Paz
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Al servicio de la paz

Extractos del taller de Bert Hellinger en México
Marzo 2016

En el Entrenamiento con Bert Hellinger, durante el tercer día, pudimos observar algunos aspectos esenciales acerca de las Constelaciones Familiares. Uno de los aspectos más importantes, es que éstas están al servicio de La Paz.

Mirar el servicio de La Paz, solo es posible desde el alma de cada uno. Desde el alma que está en sintonía con el padre y la madre. Desde el alma que incluye todo tal como es. 

La Paz sólo es posible desde la inclusión.
La inclusión es posible desde mi decisión personal de pertenecer. De saberme parte de y tomar mi lugar. 

Quién está en medio de todo aquello que hace posible La Paz? Jesús, que con su presencia nos recuerda que más allá de la victimización y del dolor de la víctima, está la responsabilidad. La responsabilidad ¿de quién o de quiénes? La de aquellos que perpetraron contra alguien más, porque creyeron que tenían la razón, o porque creyeron que eran mejores que sus víctimas. Incluso pudieron creer que eran mejores que Jesús. 

Así Jesús, desde un amor más grande, aún sin esperar nada, nos mira a todos de la misma manera. A todos nos mira con un amor que lleva a la reconciliación y en su mirada, y en la mirada de cada uno hacia el otro, como seres humanos, todos somos uno, víctimas y perpetradores, cristianos y musulmanes o de cualquier otra expresión de fe. Así, lo humano trasciende a la falta de paz, a la guerra, que desde tiempos remotos está sostenida por una fe que se opone a todo; que excluye y separa en lugar de incluir. 

¿Qué nos permite dar lugar a La Paz?
Incluir, por ejemplo, a aquellos que han sido juzgados y condenados como los malos o los traidores o los asesinos o los indiferentes. Todos nos enseñan un camino hacia La Paz y la reconciliación. 

Todos somos uno, como humanos, como Jesús, que superando cualquier manifestación y expresión de fe, es ante todo, la expresión del Amor que está más allá de toda diferencia. Manifestar lo contrario, aún es permanecer en guerra contra otros. Aún en el alma, no hubo lugar para La Paz. No hubo lugar para los padres. Para la vida.

La Reconciliación lleva a La Paz. La Paz que nace en el alma lleva a la reconciliación. Una reconciliación que hoy se ha convertido en una necesidad básica humana, como por ejemplo la reconciliación de lo masculino y lo femenino. La Reconciliación de la mujer con el hombre. Una reconciliación que significa en sí misma la posibilidad de generar vida. 

Si el hombre y la mujer se distancian, la vida termina en corto tiempo. Una mujer le dice al hombre desde su corazón: “tú eres parte de nosotros, tú perteneces a este lugar; siempre está este lugar dispuesto para ti. Por favor, junto a nosotros está tu lugar”. Así al reconocer al hombre, y a su lugar, es posible el amor. Es posible la vida. Es posible La Paz. 

Gracias a Bert Hellinger, hoy nos impulsamos con amor consciente y con respeto por las diferencias hacia una cultura de paz, una cultura que ha de comenzar a cimentarse en el corazón de papá y mamá, y en el corazón de los maestros, que miran a los padres de sus estudiantes con respeto y amor. Que miran también a sus padres con gratitud y asintiendo a todo tal como ha sido. Tal como es. Así todos participan de una cultura de paz. También los hijos. Todos los hijos. Todos los padres. Cada quien en su lugar. Con amor.

Apuntes de Oscar Nieto, Ecuador