Reflexión- Diálogo Interior
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Una de las tareas psíquicas más importantes y también más subestimadas, es la capacidad de observarse y entender por qué pensamos, sentimos y actuamos de una forma determinada. Muchos parecen espectadores o actores secundarios en la película de su vida. Porque se han dedicado a hacer felices a los demás, porque solo saben relacionarse desde la dependencia y difícilmente asumen lo que desean y lo que rechazan. Porque creen inútil pensar en el pasado y enfrentar las verdades incómodas de su vida por miedo a sufrir.

Tendríamos que ser capaces de recordar los principales momentos de bienestar y malestar de la biografía personal. También saber qué detona nuestra tristeza, enojo, ternura o amor. ¿Qué nos mueve? ¿La venganza, la ansiedad, la ambición, un ego desbordado que siempre necesita del aplauso, la necesidad de perfección o de destruir cuanto amamos?

Entre otros medios, la terapia sirve para aumentar la capacidad de autoobservación, no solo de los contenidos mentales sino sobre todo, de la carga afectiva de los mismos.

Por ejemplo M. que últimamente odia al mundo, se siente irritable y tiene ganas de pelearse con quien se deje. Ha logrado identificar una racha de agresividad y frustración que lo tiene de malas casi todo el tiempo.

Lo que no puede hacer es identificar los eventos que se sumaron para producir ese estado anímico.

Es común que sentirse irritable se derive de problemas con la pareja, con los hijos, crisis financieras o existenciales, dudas vocacionales, melancolía por haber perdido el amor de alguien importante, la muerte y el duelo que a veces se extiende por largo tiempo, alejando a la persona de las ganas de luchar por seguir viva.
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La reflexión es una capacidad que, como cualquier otra, requiere de práctica. Reflexionar es volver sobre lo vivido, aprender de los errores, entender la etapa por la que se está atravesando, poder describir los retos que hay que superar, confesarse algún hartazgo o algún deseo frustrado y tomar las decisiones pertinentes para dejar de aplazar y resolver.

La gente muy ocupada no tiene tiempo de reflexionar o lo evita. Quizá teme a lo que pueda descubrir si abre espacios de ocio, porque el contenido de la mente no siempre es agradable. Por eso nos estrujan tanto nuestros sueños, al traernos asuntos que creíamos superados y olvidados.

Con tal de no ver hacia adentro, muchos comen frente a la computadora o frente a la televisión o son incapaces de conciliar el sueño si no están frente a cualquier tipo de pantalla. También se enamoran impulsivamente con tal de no verse. O toman muchos vodkas o fuman muchos cigarros o corren cientos y cientos de kilómetros. O llenan la agenda de cosas “importantísimas” sin dejar espacios para descansar (acciones muy distintas, con consecuencias muy distintas, pero con mecanismo similar).

Se llama desconexión emocional a la dificultad para identificar el mundo sentimental, los mensajes que nos damos en sueños, las fantasías, los deseos, los miedos las angustias, los recuerdos y los ideales.

Tener un diario es un recurso útil para quienes sienten que no tienen nada que contarse ni que contar porque van olvidando cuanto viven. “Solo por hoy”, con todo y la sabiduría que sintetiza, es una quimera. Siempre somos los que fuimos, los que somos y los que anhelamos ser.

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Verse es tan simple como pausar el día para preguntarse qué siente, qué le preocupa, qué cosas ha dejado a medias, a quién ha lastimado con su proceder, qué promesas incumplió, qué sueños ha abandonado y quisiera retomar, cuál es el sentido de su trabajo, de su paternidad o maternidad, de su relación de pareja, cómo se está relacionando con la gente que le rodea, qué tan generoso o avaro es afectivamente, cómo va enfrentando la madurez o la vejez.

Estas preguntas les permitirán verse, mapearse, conocerse mejor y usar las respuestas como brújula de vida.

Autor: Vale Villa