La Ley de la atracción o autoprofecía?
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La teoría de la profecía autocumplida, la teoría de las expectativas de respuesta, la hipnosis, la sugestión, etcétera. Aspectos todos relacionados entre sí y que vienen a poner de manifiesto, una vez más “el poder de la mente” para controlar e incluso incitar algunas situaciones.

¿Qué es la teoría de la profecía autocumplida?

He de reconocer que ésta es una de las teorías que más fascinan y se puedo decir en primera instancia qué está científicamente comprobada.

Son muchísimos los ejemplos que la avalan en diversos ámbitos (educativo, laboral, familiar, salud mental) pero si conscientemente la aplicamos a nuestra vida, a nuestro quehacer más “nimio”, comprobarás su resultado (inconscientemente lo hacemos a menudo).

Pues bien, definamos antes de que se trata:

La teoría de la profecía autocumplida acuñada por R. Merton en 1948, hace referencia a la confirmación de nuestras expectativas. “Si una situación es definida como real, esa situación tiene efectos reales”

En este sentido la teoría explica que cuando mantenemos una firme creencia respecto a algo o alguien, acabamos corroborándola.

Es decir, si por ejemplo creemos que:

Un alumno (en el ámbito educativo) es muy bueno en el área de ciencias. Un trabajador (en el ámbito laboral), es organizado y nuestro hijo mayor (en el ámbito familiar) es muy comunicativo; Pero en contraposición: Otro de nuestros alumnos/as tiene más facilidad para las letras, otro trabajador del mismo equipo es más desorganizado, y nuestro hijo/a menor es más tímido; es muy probable que debido al interés, al apoyo formativo, a la implicación, al tiempo y en definitiva, a los refuerzos positivos o negativos que reciban, que cada uno de ellos desarrollen ciertas habilidades respecto a alguna de dichas características.

La teoría en sí, por tanto, no es beneficiosa ni perjudicial, dependerá del uso que hagamos de ella.

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Pongamos otro ejemplo, en éste caso para comprobar su versión negativa: si yo creo que mi hija/o tiene un potencial muy limitado para los deportes, es probable que influya negativamente sobre ella/él, apuntándole a extraescolares que no guarden relación directa con el ejercicio. Con lo cual, tiempo después veremos confirmada nuestra teoría, no porque no tuviese aptitudes, sino porque no le hemos dado la oportunidad de desarrollarlo. Sin embargo, si considero que tiene gran capacidad, es posible siguiendo el razonamiento contrario, que le implique en actividades que faciliten su desarrollo, cumpliendo una vez más nuestras expectativas a largo plazo.

Por otra parte, tan determinantes pueden ser las expectativas de respuesta que tenemos sobre los demás, cómo las que tenemos sobre nosotros mismos (autosugestión)

Tal y como citan Jara Vera, P y Martínez Sánchez, F (1999) en su artículo de revisión a la teoría de las expectativas de respuesta:

“…Cuando esperamos sentirnos ansiosos, relajados, contentos o depresivos, nuestras mismas expectativas pueden producir esos sentimientos, sin necesitar de ninguna otra variable explicativa mediadora. Cuando las personas esperan cambios en sus propias respuestas y reacciones, sus expectativas pueden producir estos cambios, de tal manera que esta variable se convierte en una causa de problemas psicológicos y psicosomáticos y, por tanto, también en una parte esencial de los tratamientos”

En otras palabras y de manera más práctica veamos una situación ejemplo.

Antes de salir:

Soy Juan, me consideran bastante tímido y creo que tienen razón, debo serlo… Ésta noche iré a la fiesta de cumpleaños de mi jefa. Habrá mucha gente interesante, y también estará Pepa. Seguro que dos copitas de vino me ayudan a soltarme y la noche va genial, “ya lo estoy viendo”

Después de salir:

¡Bueno!, la noche ha sido un éxito, cerré un proyecto e hice nuevos contactos, bailé, y me pasé toda la noche hablando con Pepa (ahora la tengo a mi lado): ¡Viva el vino!

Tal y como ponen de manifiesto los expertos, a simple vista puede parecer que ha sido el vino el que ha propiciado que tenga lugar ésta situación de forma favorable, pero en realidad, han sido las expectativas de respuesta de Juan desde que se planteó su asistencia a la fiesta, las que propiciaron el resultado que tuvo lugar.

“Una vez que anticipamos la ocurrencia de un resultado específico, nuestros pensamientos subsecuentes y comportamiento ayudarán de hecho a que dicho resultado se produzca”

Por lo tanto, tenemos la oportunidad de hacernos conscientes de nuestras expectativas de respuesta sobre determinadas situaciones o personas con una breve revisión sobre lo que esperamos o lo que “siempre” ha sucedido.

Seamos conscientes de nuestras expectativas de respuesta sobre situaciones específicas y en el caso de que éstas sean negativas, ¡modifícalas ahora, que aún estás a tiempo!

Pero ¿qué sucede cuándo tus expectativas de respuesta eran positivas y el resultado ha sido negativo? Hemos de tener en cuenta que nada es completamente infalible, y por tanto la teoría de expectativas de respuesta tampoco es “mágica”.

En este caso entrarían en juego más variables y factores a tener en cuenta por lo que debemos tener las estrategias suficientes para manejar bien la situación y aprender a tolerar la frustración de la forma más adecuada, pero eso lo dejamos para el próximo post…

Buena semana, ¡y recuerda! Sé consciente, hoy, aquí, ahora; siempre estás a tiempo de modificar tus expectativas y ajustarlas, según las circunstancias.

Autor: mbravo